Tomó los mandos de la farmacéutica que había fundado su abuelo en 1944 hace justo tres años y la Junta General de Accionistas le acaba de ratificar como presidente y consejero delegado de la misma. Desde su llegada al cargo, Carlos Gallardo se ha propuesto hacer de Almirall un referente mundial en el sector de la dermatología médica. Su negocio sigue dependiendo en un 45% de medicamentos como el Almax, que es suyo, pero está empeñado en que ese porcentaje vaya bajando. Y que lo haga pese a todas las complicaciones: las intrinsecas del sector (la altísima competencia) y los vaivenes geopolíticos.

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