El cielo nocturno ha cambiado para siempre. Durante siglos, la humanidad ha escudriñado el firmamento en busca de respuestas sobre el cosmos. Aunque las preguntas siguen abiertas, lo que brilla ahí arriba ya no son solo estrellas, sino también decenas de miles de satélites artificiales como los de Starlink, de Elon Musk, que están colonizando la bóveda celeste. Su frenética expansión está impulsando la conectividad global, pero también abre la puerta a problemas.

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