Pedro Sánchez paró los pies a Junts a riesgo de exhibir su inestabilidad y la disolución de una endeble mayoría que le reeligió como presidente del Gobierno. Y Carles Puigdemont consumó su amenaza a riesgo de ser señalado por pensionistas y usuarios del transporte público por tumbar junto al PP la revalorización de las pensiones, las bonificaciones del transporte público, las ayudas a los afectados por la dana y la suspensión de los desahucios a familias vulnerables. Los dos antepusieron el tacticismo y optaron por aguantarse el pulso.

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