Todos los alcaldes, sean del color que sean, coinciden en que sin presupuestos es muy difícil ejecutar actuaciones que repercutan en una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. La teoría, por tanto, está clara: los ayuntamientos necesitan actualizar sus cuentas. Pero esa premisa tan sencilla, y fundamental para la gestión diaria, no siempre es fácil de llevar a la práctica. Sacar unos presupuestos adelante requiere disponer de mayoría en el Pleno municipal, ya sea propia o mediante acuerdos con terceros. Y el entendimiento no siempre llega.

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