El plan original era otro. Este fin de semana mi intención era estar en Valencia para ver jugar al Sporting contra el Levante. Era un partido clave para seguir soñando con el playoff, pero terminó en un empate sin goles que deja poco margen para la ilusión. Sin embargo, el trabajo me llevó en otra dirección. En lugar de aterrizar en Madrid, terminé en Londres, donde coincidió que jugaba el Queens Park Rangers. No era el Sporting, pero sí un equipo con un rostro familiar: Jonathan Varane.

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