Durante la semana del derbi, dicen en el Oviedo que Javi Calleja era el más animado de todos, el más positivo, incluso eufórico. Trataba el técnico de contagiar a los suyos de un espíritu optimista y guerrero en un choque especial, de esos que, en ocasiones, se juega con el corazón más que con las piernas. Solo salió a medias, pero el elemento emocional siguió el guion ideado. En Cartagena, Calleja volvió a estar muy encima de los suyos, en la semana de trabajo y en los noventa y pico minutos de juego, pero esta vez por una razón muy diferente: temía una desaparición de su equipo.

Publicado enOtros Última Hora