Nos lo habían avisado. Quizá, no era el mejor momento para visitar Transnistria. Aunque, bueno, en realidad, nunca lo es para una nación que no existe. En esta región de Moldavia, Europa es un sueño abortado. Dicen que la trata de blancas, el tráfico de armas y la venta de órganos están a la orden del día. Lo que sumado a que tiene su propia frontera, ejército y moneda, nos colocaba en el punto de mira. El asombro era constante: por qué dos españoles querían visitar esta república autoproclamada. Ningún país lo reconoce y, por tanto, sin embajadas, es difícil saber lo que ocurre dentro de su territorio. Este 2025 se cumplen 35 años de su hipotética independencia, cada vez más abiertos a apasionados del comunismo que inunda sus calles. A este lado del río Dniéster, el tiempo se congeló hace décadas.

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