Del subidón emocional del derbi pasó el Oviedo al escenario menos motivador que existe, de viernes, bajo lluvia, ante un estadio gélido y medio vacío. Piensen en el chute emotivo del derbi seguido del choque más insípido posible. A esa montaña rusa de emociones se enfrentó el Oviedo como principal rival de una noche que sacó adelante con dosis de profesionalidad y el recurso -no siempre ponderado en su justa medida- del balón parado. Ganó el Oviedo el partido que, simplemente, había que ganar. Con debates futbolísticos al margen, el equipo cumplió su objetivo de forma profesional: 0-1.

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