Prometió Paunovic un equipo de guerreros, como los 300 espartanos, y cumplió. Vaticinó José Alberto un choque de pierna fuerte, y acertó. Lo que en el diccionario entrenador-aficionado es algo así como anunciar un partido de balón largo y poco fútbol. Así salió un Racing- Oviedo que neutralizó a ambos más que explotar sus virtudes y que les castiga con un empate, justo seguramente, pero que se lee como dos puntos perdidos antes que en uno sumado. Cuando un ascenso directo está en juego, así se ven las cosas. El 1-1 mostró al Oviedo más guerrero, nada que achacar a la actitud, en la línea de lo visto desde la llegada de Paunovic, pero el punto sabe a poco porque este Oviedo navega en una ola de ambición.

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