El cónclave es una elección ultrasecreta y las reconstrucciones (muchas, que circulan en estos días) son a menudo poco más que grandes obras novelescas, alimentadas por fuentes interesadas en presentar su versión de cómo una facción adversa habría urdido jugadas para perjudicar a este o aquel. Sin embargo, con la elección de León XVI, la Iglesia católica ha enviado algunas señales bastante claras.

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