Sábado, once de la noche. Las calles del polígono de Olloniego-Tudela, habitualmente desiertas a esas horas, están repletas de coches aparcados a los lados de la recta de entrada. La imagen es similar a la de los alrededores del Carlos Tartiere cuando el Oviedo juega en casa. Un vecino de la zona graba con su teléfono móvil cómo los ocupantes, riadas de personas, caminan por las aceras hacia la rotonda situada entre Anieves y Tudel Agüeria, que ya está completamente tomada por el gentío. Se escucha el rugir de los motores y los coches más tuneados se preparan para participar en un «espectáculo» que se repite con frecuencia desde hace alrededor de un año y que trae de cabeza a quienes viven cerca del polígono: carreras ilegales y concursos de derrapes (drifting) que ponen en peligro las vidas del resto de conductores.

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