La siderurgia es una industria madura y pesada, como un elefante adulto. Y sus tiempos son como los del paquidermo: por su propia naturaleza –intensiva en capital, con altas necesidades permanentes de financiación para sus inversiones y su funcionamiento– tiende a ser una actividad fabril longeva y que cuando se desplaza lo hace a una velocidad moderada, aunque constante y susceptible de acelerarse súbitamente en situaciones hostiles.

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