Heridos por ETA: condenados a la convalecencia eterna

Heridos por ETA: condenados a la convalecencia eterna

El azar colocó al guardia civil Alfonso Sánchez, de 19 años, sentado en la primera fila del bus que, a las 7:20 horas del 9 de septiembre de 1985, llevaba a su Grupo de Seguridad de Embajadas a la legación de la Unión Soviética. Su asiento fue el más próximo al punto de explosión de la bomba con la que esperaba al vehículo el etarra Ignacio de Juana Chaos en la plaza República Argentina de Madrid. Por eso la metralla y los pedazos de cristal le acribillaron el costado, el brazo derecho y la cabeza. ETA no consiguió su objetivo: la bomba acabó con la vida de un norteamericano que había salido a correr… e hirió a 14 guardias.