El autoproclamado «arquitecto» del Gobierno de Sánchez duerme en la cárcel por corrupto. El Juez le ha mandado una temporada a la sombra ante el riesgo de que destruya pruebas o decida fugarse, y al considerar que era el recaudador de las mordidas en obras públicas que supuestamente se repartía con Koldo y Ábalos, otros dos miembros de la organización criminal en la que hasta ahora Santos Cerdán figura como cabecilla. Nadie se cree ya sus patrañas que pertenecen al guión victimista, el bulo persecutorio, usado por ministros, dirigentes sanchistas y el propio presidente del Gobierno para defenderse de los casos pendientes de corrupción. «Nos persiguen porque somos progresistas», repiten. Valiéndose de esas trolas resulta imposible desvincular al «arquitecto» de una idéntica estrategia común que él, entre otros, ha alentado para protegerse bajo un mismo paraguas. Teniendo en cuenta que hasta hace unos días era la mano derecha del Jefe, el muñidor de la investidura con el independentismo y los herederos de ETA, a la vez que presumiblemente se forraba con las mordidas desde el puesto en que fue colocado por Sánchez, para este va ser complicado librarse de Santos Cerdán y de lo que en adelante decida contar. Las suyas son vidas unidas por un destino.
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