El mundo paró durante la pandemia del COVID de 2020 y cuando empezó a girar de nuevo, lo hizo con una mentalidad diferente. El impacto psicológico de aquel episodio fue brutal y sus secuelas en la sociedad, evidentes. Y tres de ellas han impactado directamente en el turismo: se generó cierto rechazo hacia las masificaciones, se alimentó la reconexión con la naturaleza y se instaló definitivamente la mentalidad del carpe diem, o lo que es lo mismo, exprimir la vida al máximo.

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