Con esta Champions convertida en guillotina emocional está logrando Aleksander Ceferin, gerifalte de la UEFA, corromper el sueño de la Superliga del que no quiere despertar Florentino Pérez, con Joan Laporta al otro lado de la cama. La última jornada de la liguilla, con 16 de los 18 partidos sufridos al unísono y con combinaciones cambiantes que hacían las delicias de los adictos a las estadísticas, rescató ese extraño placer perdido de obtener impactos atávicos. Y nada es más adictivo que el miedo al abismo. Sea ahora o en la siguiente curva del cruce. En el horizonte de octavos del Barça asoman tres equipos a los que ya se ha enfrentado esta temporada, Benfica, Mónaco, Brest; y, sí, el bendito PSG de Luis Enrique y Dembélé.

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