Siempre se lo oí a quienes intervinieron en mi educación. Insistían en que debía cuidar qué decía y cómo lo decía. Piensa, me comentaban, que hay muchos oídos oyéndote y los más en cabezas más preclaras que la tuya. Así y todo, pese a los consejos, no dejé de meter la pata en no pocas ocasiones. Suerte que siempre hubo quien me corrigiese para poder avanzar un peldaño hacia la mejora.
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