Hay estafadores que se han convertido en auténticos reyes de la mentira y el engaño. Otros han hecho de la oportunidad su gran baza. Algunos incluso muestran unas dotes de representación y actuación casi propias del teatro o del cine. Pero luego los hay más simples: simplemente se aprovechan de la norma o la ley para operar sin necesidad de hacerlo con disimulo.

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