Recuérdame bailando

No es verdad que el tiempo lo cure todo. Esta es una de las muchas mentiras que nos han colado, al igual que el estomagante eslógan de «si quieres, puedes», origen de numerosas frustraciones. Que se te suicide una hermana es de esas cosas que el tiempo no puede curar, aunque lo desees con toda el alma. La periodista, escritora -y amiga- Mara Torres ha optado por no hacerse trampas al solitario y exhibe su herida de forma sanadora en un libro –imprescindible- titulado «Recuérdame bailando». Eso fue precisamente lo que pidió su hermana Ali cuando, hace doce años, decidió borrarse de una vida que la superaba; que la recordaran bailando y sin dejar de sonreír. Esa carta, pero sobre todo el diario que escribió durante seis años y que nadie más conoció hasta después de su muerte, le otorgan al libro de Mara la categoría de material de consulta obligada para cualquier persona interesada en indagar sobre el suicidio. No me extraña que la hayan invitado al Congreso Nacional de Psiquiatría porque sus aportaciones, a partir del dolor en carne propia. Por ejemplo, aclarar que los suicidas no son ni valientes ni cobardes; no es que quieran morir, es que no pueden con la vida. Y, además, en muchos casos –no en todos–. Las palabras que un día le transmitió a Mara una profesional con muchos años de vuelo en este asunto suenan rotundas: «Nunca vi libertad en las personas que se suicidan; solo tristeza y desesperación». Por eso tiene tanto valor que ‘Recuérdame bailando’ muestre sin tapujos; pero también la determinación por salir de la intemperie con la mejor receta que existe: ¡Viva la vida! Manque pierda…