El descenso de Galiana, la madre de todas las fiestas antroxeras, se celebró esta tarde (y continúa, a la hora de escribir estas líneas, ya con la noche encima) entre un río de espuma, aunque los cañones fallaron unos minutos por un supuesto problema técnico, y un mar de antroxeros. Estos se colocaron en función de sus ganas de mojarse más o menos:en espuma, agua o en dique seco. Así Miguel Rodríguez Cortina, de 5 años, aprovechaba los primeros «copos» de espuma en la calle de La Cámara junto a sus padres Tatiana y José Ángel. Pese a su edad, Rodríguez Cortina presumía de veteranía: «Es mi tercera vez en el Descenso». Que no es poco. A esas horas –18.00 horas– había algo de espuma, pero las carrozas ni estaban ni se les esperaban: estaban en parrilla de salida, en el cruce que hacen la avenida de Portugal con Cervantes y Galiana. Frente a la parroquia de San Nicolás, toda una familia de búhos esperaban con ansia el inicio del descenso. «Empieza a hacer frío, pero tenemos muchas ganas de que empiecen a bajar», comentó Isabel Menéndez, que iba acompañada de Jesús y Oliver Riesco; Maya, Nora, Zenaida y Sofía Tasis, Laura Heres, Paula Álvarez, Alejandro Gil y Jorge García. Pese a no ser de Aviles, pocas veces se han perdido el Antroxu De la Villa y esta ha sido la primera ocasión en que la familia ha podido reunirse entera para celebrar la festividad. «Los pequeños están muy emocionados y ya han podido pisar la espuma. Se lo pasan genial», comentó Menéndez, que añadió: «Los mayores nos lo pasamos aún mejor.

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