No a mucho andar por una carretera que atravesaba leguas y leguas de arrozales y bosques de bambú di con una construcción de planchas de zinc oxidadas que apenas conseguía mantenerse en pie. Se trataba de un hórreo humilde como el pan, un hórreo que había sobrevivido a las lluvias y vientos del último monzón estival, acaso el único hórreo existente en Japón.

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El único hórreo
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Juan Francisco Saenz