Eduardo Mendoza iba a ganar el Nobel

La única reacción posible ante el premio Reina de Asturias (o quizás Princesa) a Eduardo Mendoza es «¿pero no lo había recibido todavía?». A diferencia de la inmensa mayoría de los miembros de su gremio, el novelista barcelonés siempre ha dosificado su fama. Eligió que lo dejaran en paz, aunque su prosa satírica le ganaría hoy una visita de Abogados Cristianos. Se defenderá aquí con pruebas el vínculo estrecho del autor de la inigualable «La verdad sobre el caso Savolta» con el único premio literario relevante, el Nobel. En 1989 lo consiguió Camilo José Cela, que en diciembre acudió a recogerlo a Estocolmo. El viaje para cubrir la entrega me permitió entrevistar a Knut Ahnlund, el académico sueco que había promocionado al vecino de Mallorca en cuanto traductor de «Mazurca para dos muertos» y que, ni corto ni perezoso, sentenciaba que «soy el especialista en castellano de la institución».